Por fin, después de terminar el tema de potencias, hacer el examen y corregirlo, hemos podido continuar con nuestros minutos de historia o con las anécdotas, como dicen mis alumn@s de 3º.
Justo antes de las primeras vacaciones del curso les dejé un reto encima de la pizarra:
Y hoy he querido conocer sus respuestas. Algunos dijeron que cualquier forma era válida puesto que la cantidad de cuerda no variaba y otros dijeron que la mejor forma era un círculo porque no tenía esquinas. Como esas eran las dos única posturas, les pedí votos a favor de una y de la otra, y… ¡sorpresa!, la mitad eligió una y la otra mitad la otra. ¿No os llama la atención?
Como sabéis la forma geométrica con la que se abarca la mayor cantidad de superficie para una cantidad de cuerda fijada es el círculo y para que los alumnos lo vieran les mostré la siguiente construcción, que les da una idea de ello. Moviendo el deslizador se puede ver cómo aumentando el número de lados de los polígonos cada vez nos acercamos más al círculo y, además, cada vez abarcamos más superficie. El método de exhaución de toda la vida ¡vamos! 😉
Os preguntaréis que dónde está la historia aquí, pues ahora viene:
Dido, que vivió durante los siglos IX y VIII a.C, es el nombre con el que los matemáticos y no matemáticos conocemos a la fundadora de Cartago. Los amantes del mundo clásico también la reconocemos como Elisa de Tiro, y la recordamos por su aparición en la Eneida de Virgilio. No obstante, lo que muchos tal vez no sepan es qué tiene que ver la fundadora de Cartago con las matemáticas.
Elisa era hija de Matán I, el rey de Tiro, y tenía dos hermanos: Pigmalión, el heredero, y Ana, la hermana pequeña.
Pigmalión era un hombre egoísta y ambicioso que no contento con heredar el reino de su padre, ansiaba tener cada vez más riqueza y poder. Un día se enteró de que había un sacerdote llamado Siqueo que tenía muchos tesoros escondidos, así que obligó a su hermana Elisa a casarse con él, con el fin de conseguir su fortuna.
Elisa obedeció a su hermano y se casó con Siqueo, a pesar de no estar enamorada de él. Tras convivir con él y conocerlo mejor, esto cambió y Elisa terminó amando a su marido.
Con el tiempo, Pigmalión reveló sus verdaderas intenciones a Elisa y esta averiguó dónde guardaba su marido su tesoro, pero se lo ocultó a su hermano. Es más, le engañó y le dijo que se encontraba bajo el altar del templo, cuando en realidad estaba enterrado en el patio de su casa.
Pigmalión creyó a su hermana y por la noche, con nocturnidad y alevosía, envió a unos esbirros a matar a Siqueo y a robar su fortuna. Cuando Elisa encontró a su marido muerto corrió a desenterrar el tesoro del patio y huyo con su hermana y unas doncellas.
En su huida Elisa llegó a las costas de África donde encontró el reino de Jarbas, a quien pidió cobijo y un trozo de tierra. El rey Jarbas, pensando que podría engañar a Elisa, le dijo que le daría tanta tierra como pudiese ocupar con la piel de un buey. Entonces, Elisa, que no se iba a rendir ante el reto propuesto, comenzó a hacer tiras lo más finas que pudo con la piel del buey, se fue a la orilla del mar y rodeó un trozo de tierra con la superficie más grande posible (¡Aquí es donde están las matemáticas! Elisa construyó un semicírculo con diámetro la orilla del mar). Jarbas tuvo que darle la tierra que abarcó y en ella Elisa mandó construir una fortaleza que con el tiempo se convertiría en Cartago, y más tarde en Túnez.
Una vez instalada en su castillo como reina del terreno, los lugareños comenzaron a llamarla Dido, y es con ese nombre con el que la conocemos hoy en día.
En la Eneida, Virgilio nos cuenta que, tras la Guerra de Troya, Eneas (de aquí viene Eneida, por si no os habíais dado cuenta) partió rumbo a Italia, con el fin de fundar Roma. En su camino paró en Cartago, donde pidió víveres para él y sus tropas a Dido. Al conocerla, Eneas cayó perdidamente enamorado de Dido, pero esta aún seguía amando a Siqueo, así que Juno envió a Cupido con la misión de enamorar a Dido de Eneas. De este modo, Eneas nunca llegaría a fundar Roma y Juno se vengaría de los troyanos, con los que estaba enfadada desde que Paris raptó a Helena, la esposa de Menelao y este decidió vengarse, comenzado la Guerra de Troya. Cupido cumplió su misión y Dido y Eneas comenzaron una historia de amor que se vio truncada cuando Júpiter envió a Mercurio para recordarle a Eneas la misión que tenía encomendada: ser el padre de Rómulo y Remo y, así ser el germen de la futura Roma. Eneas, obediente, abandonó a Dido y esta, rota de dolor, decidió suicidarse. Para ello mandó construir una pira, se subió en ella y se clavó en el corazón la espada de Eneas (literalmente, se le rompió el corazón). Su hermana Ana, que había intentado disuadirla de su idea de suicidio, terminó prendiendo la pira con Dido en ella.
Come veis, gracias a su sabiduría y a las matemáticas, Dido pudo fundar el reino de Cartago (las matemáticas sirven para algo, por si todavía lo dudáis), pero su historia es de lo más trágica. Tanto como para que en el s. XVII, Purcell compusiera la música de una ópera que lleva por título Dido y Eneas y que contiene un aria preciosa conocida como » El Lamento de Dido», donde Dido canta su pena por la partida de Eneas.